Formación, empleo y perfiles tradicionales


27 Dic, 2021

Formación, empleo y perfiles tradicionales

Desde hace años, la sociedad a nivel mundial asiste y se ve afectada a nivel laboral por un escenario donde el impacto y la repercusión de las tecnologías marcan el devenir y evolución del mercado de trabajo a nivel global. La casi cada vez más extendida necesidad de inmediatez en cuanto al flujo de información y la optimización de la conectividad son aspectos que inciden y afectan nuestras relaciones, no solo profesionales sino también a nivel personal.

Los trabajos del presente, ni siquiera ya podemos hablar del futuro, están asociados a un creciente proceso de digitalización. En definitiva, un entorno enmarcado a pulso de teclas, tablets, smartphones, etc. Obviamente y como consecuencia de ello, perfiles, inexistentes hace años, son cada vez más demandados (experto en ciberseguridad, Big Data, inteligencia artificial…), ocupando por regla general los primeros puestos a la hora de obtener un empleo.

No obstante, tras el duro periodo de pandemia que hemos y seguimos en parte padeciendo, la población a nivel mundial asiste atónita a la cada vez más frecuente presencia de noticias en los medios de comunicación que hacen referencia a la falta de determinados perfiles profesionales en sectores esenciales como la construcción, la agricultura, el turismo o el transporte.  Esto supone un serio aviso a la economía de cualquier país y una gran amenaza al tan añorado estado del bienestar. En el día de hoy, un medio de comunicación nacional se hace eco de una noticia relacionada con el contenido de este artículo, la contratación de robots en un restaurante de la Comunidad Valenciana ante la falta de personal, ¿es esto lo que realmente queremos? ¿es ese el camino a seguir?. Ante esta disyuntiva debemos una vez más poner en valor nuestra Formación Profesional, especialmente cuando estamos inmersos en un mercado de trabajo donde un buen porcentaje de la oferta laboral se encuentra asociada o dirigida hacia perfiles de los denominados “tradicionales”.

A modo de orientación, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, correspondientes a la encuesta de transición educativa-formativa e inserción laboral del año 2019 (Titulados curso 2013-14), la tasa de paro en 2019 de los titulados en FP de Grado Medio fue del 16,0%,  y solo del 12,6% para los titulados en FP Grado Superior, frente al 22,2% de los de Bachillerato. Las tasas de paro más bajas, en lo concerniente a la FP Superior y según arroja dicha encuesta, se encuentran en las ramas de audiología protésica (1,8%), automatización y robótica industrial (4,8%) e instalaciones térmicas y de fluidos (5,9%).

De forma complementaria, no descubrimos nada nuevo al afirmar que, en un mundo globalizado, el nivel de exigencia académica y de competitividad marca y guía hacia donde se ha de encaminar la formación integral de nuestros jóvenes. Aspectos emocionales, idiomas, capacidades y competencias se convierten en elementos decisorios a la hora de discriminar o aceptar al futuro candidato a un determinado puesto de trabajo.

Por todas estas cuestiones, desde nuestra coherencia y rigor, señas de identidad en estos más de 40 años de existencia, siempre hemos demandado que la exigencia, el rigor y el esfuerzo han de impregnar el proceso educativo. Navegar en dirección contraria es enviar un falso y erróneo mensaje a nuestros jóvenes, a los que estaríamos vendiendo una realidad que nada tiene que ver con lo que encontrarán tras su proceso de formación y posterior acceso al mercado laboral.

Hay indicios que invitan a un cierto optimismo. Según datos facilitados por el Ministerio de Educación y Formación Profesional, el alumnado de Formación Profesional ha aumentado en España un 18,6% en los últimos cinco cursos. Un 3,7% el de FP de Grado Medio, un 25,3% el de Grado Superior, y más de un 84,6% la FP a distancia. A ello debemos añadir que, después de una década, por fin España ha bajado del 30% de jóvenes sin más estudios que la ESO. Concretamente un 28,3%, lejos aún de la media de la UE (14,8%).

No obstante, no debemos obviar los graves problemas que aún lastran nuestro sistema educativo: la elevada tasa de repetición, pese a haber bajado desde el 13,3% del curso 2009-10 al 8,5% de 2019-20 según datos del Ministerio de Educación y FP; y una tasa de abandono educativo temprano, afortunadamente a la baja, que se sitúa en el 13,8% según los datos que arroja la última EPA.

En relación a todo ello, no se puede olvidar que nos encontramos inmersos en el desarrollo normativo de la LOMLOE, la promulgación de la nueva Ley de FP, los nuevos currículos y la nueva y de momento descorazonadora norma que regirá la promoción y titulación en las enseñanzas no universitarias.

En ANPE exigimos un verdadero proceso de negociación de esta normativa que permita abordar, desde la reflexión y el sentido común, todas estas cuestiones. Y estaremos atentos, en todo momento, defendiendo como siempre hemos hecho los intereses de los docentes y procurando siempre la mejora de la Enseñanza en nuestro país.

José Francisco Venzalá González, presidente de ANPE.